DESDE DONOSTIA-SAN SEBASTIAN, BLOG DEDICADO A SCOUTS Y GUÍAS
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La mejor manera de encontrar la felicidad es haciendo felices a los demás. (BP)
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4/12/08

Crónicas del Campamento (IX). Viaje al Centro de la Tierra

La Sección Espeleológica Scout (S.E.S.), fue una agrupación de rovers scout de la Tropa San Jorge que funcionó a finales de los años 70 y que realizó numerosas actividades espeleológicas, algunas de ellas en colaboración con la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Castor Laborioso y Lobo Rondador formaron parte de aquel recordado equipo. Pañoletas Blancas recupera ese histórico nombre y continúa con este aspecto explorador de la vida scout enfrentándose a un nuevo reto: el descenso al complejo karstico de la Piedra de San Martín, en el pirineo vasco-bearnés.

El complejo subterráneo de la sima de San Martín, situado en la muga entre Zuberoa y Navarra, tiene más de 55 kilómetros cartografiados de galerías y la sexta mayor sala natural del mundo: La Verna. Esta descomunal gruta, en la que cabrían seis catedrales del tamaño de Nôtre Dame de París, ha sido en esta ocasión el objetivo de los exploradores de Pañoletas Blancas. El primer grupo scout del mundo que se atreve con semejante proeza, a casi mil metros bajo tierra.
El miércoles 15 de octubre, bien pertrechados con nuestros equipos de campaña e inmersión nos dirigimos en el minibus de Luro hacia el valle de Arette para llegar hasta el pueblo más oriental del País Vasco: Santa Engracia. Una parada en tierra de Mosqueteros, cerquita del bonito pueblo de Aramits, sirvió para calmar los nervios ante la excitante aventura que se avecinaba.

La abadía románica (s.XII) de Sta. Engracia nos dio la bienvenida al bello rincón pirenaico. Dada la magnitud de la expedición, contamos con la ayuda de un gran espeleólogo francés, Jean-François Godart, miembro de la ARSIP, Asociación para la Investigación Espeleológica Internacional de la Piedra de San Martín, con sede en Pau, y que nos acompañó durante el recorrido.

Comenzó la ascensión a la montaña por el barranco de Arphidia, por una pista de montaña y con un precioso paisaje otoñal. Las condiciones meteorológicas eran excelentes.

A pesar del esfuerzo por el desnivel que teníamos que superar, la gente estaba muy animada. Pronto empezaríamos a preocuparnos...

El camino de acceso deja la pista forestal y se introduce en el bosque. La entrada a la caverna ya no estaba lejos. El paisaje era espectacular.

Por fin llegamos!! La entrada al complejo de San Martín está en un precioso lugar, rodeado por banderas tibetanas de oración, como en el Himalaya. Estas banderas tratan de llevar buena suerte a los espeleólogos que se adentran en las profundidades. Cada bandera tiene dibujado un caballo central, rodeado de mantras y plegarias, escritas, que se exponen al exterior para que el viento las reparta en su recorrido.
El jefe de la expedición, Jean François Godard, revisó y comprobó los equipos uno por uno para evitar sustos en nuestra exploración.

Pantera Feroz y Aguila Vigilante ya empezaban a preocuparse, la cosa parecía más grande de lo que pensaban y se imponía la cautela...

Hurón Valiente, experto en estas cosas, se pasó un buen rato estudiando el casco y comprobando el sistema de iluminación.

Jean François Godard nos explicó lo que íbamos a hacer y las normas de seguridad aplicables al caso. Tambien nos dijo que la temperatura en el interior de la cueva rondaba los 5ºC, y que además en los primeros 800 mts. la velocidad del aire era muy fuerte, con lo que la sensación de frío aumentaría. Vamos, que nos terminó de asustar.

El personal, bien abrigado y pertrechado, se dirije hacia la entrada de la gruta. La tensión se palpaba en el ambiente.

La entrada al complejo está cerrada por una puerta metálica ya que está prohibido acceder sin las autorizaciones correspondientes. El aire helado que salía con fuerza por la puerta daba miedo...

Después de haber estado en el pico Midi de la Bigorre a más de 3.000 mts de altitud, Koala juró no volver a meterse en líos, pero al final la convencimos de que entrara. ¿Volveré a ver la luz otra vez? se preguntaba...

Traspasada la entrada las caras se pusieron serias y el frío arreció. Ya estábamos dentro y no podíamos volver atrás, los misterios de las profundidades nos esperaban....

Siguiendo a nuestro experto guía, comenzamos a dirigirnos al centro de la tierra. Por delante teníamos 800 m de galería con una impresionante corriente de aire a 5ºC. Se hacía difícil hablar.

Algún sistema de iluminación frontal no funcionaba correctamente y hubo que ajustarlo de nuevo, esta operación realizada con guantes y a esas temperaturas no resulta muy fácil. Las frontales disponían de dos tipos de iluminación: leds y bombilla de incandescencia. Esta última no se utilizó prácticamente para ahorrar energía.

La galería de acceso a la Sala de La Verna es una especie de abrupto túnel de piedra caliza que en ocasiones no pasa del metro setenta de altura lo que hace que los golpes de los cascos con la piedra sean habituales. Normalmente el agua cubre el suelo, pero en esta ocasión se limitó a unos cuantos charcos.

Una paradita para ver si estamos todos e intercambiar opiniones. El Clan del Oso Cavernario se muestra emocionado por la experiencia que está viviendo. El frío es muy intenso.

Jean François cuenta una de las miles de experiencias ocurridas en la exploración de esta cueva. Esa especie de nubecilla blanca que se ve en algunas fotografías, es el vapor de agua de nuestra respiración, para que os hagáis una idea del frío húmedo que hacía.

Ya estamos en la entrada de la sala de La Verna. Cuando los primeros espeleólogos llegaron a este lugar en 1.954, después de muchas horas de exploración, pensaron que estaban en el exterior y que era de noche. Sus focos no conseguían alumbrar las paredes y bóveda de esta inmensa sala subterránea de 270 metros de longitud, 230 metros de ancho y 180 de altura. Estamos hablando de una sala de 62.100 m2!!.

La gran sala es atravesada por un río que cae en cascada desde ochenta metros de altura. El ruido es ensordecedor, pero en ese lugar se pierden todas las dimensiones imaginables y una sensación de tranquilidad invade el ambiente.

Los valientes espeleólogos de Pañoletas Blancas prosiguieron su descenso hasta la parte inferior de la sala. El terreno es bastante complicado y resbaladizo, aunque no hubo ninguna caída de importancia.

El límite visual al que llegaban nuestras lámparas no pasaba de los dos o tres metros. La luz se pierde en esa inmensidad. Agunos focos nos permitían observar un poco más lejos.

Jean François nos explicó cómo el río que actualmente discurre por la sala de La Verna, tenía un diferente recorrido hace miles de años, en una zona superior y a través de una galería descubierta por espeleólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, motivo por el que la galería que estamos observando en la fotografía lleva su nombre.

Delfín, Koala y Pantera Feroz, descansando y comentando las incidencias mientras el Aguilucho observa desde lejos iluminando la escena.

Hurón Valiente subía y bajaba con total seguridad por las rampas de la cueva, se ve que está entrenado..

El frío como se puede intuir en la fotografía seguía siendo intenso.

La expedición siguió recorriendo la gruta entre el caos rocoso, siguiendo atentamente a nuestro guía Jean Françoise.

La sala de La Verna está formada en dos épocas geológicas diferentes. Las pizarras y la caliza han permitido que el agua se filtre y construya enormes espacios.

Para acceder a la zona del río subimos por un caos de bloques siguiendo marcas en la roca. La cosa se puso difícil y las posibilidades de perderse o de caerse aumentaron. Si el río no esta muy alto, como en esta ocasión, pudimos cruzarlo sin necesidad de mojarnos, utilizando curiosos "puentes" y pasamanos, a partir de ahí, empezamos a ir por encima del río.

Que si pasamos miedo?, bueno.... no está bien que un scout hecho y derecho acepte que la situación no era del todo segura, pero algo, algo... sí pasamos, menos mal que estábamos entrenados...

Delfín Ingenioso "pegado" a la pared, evitando mirar a la sima que tenía debajo y de la que salían ruidos, más bien "rugidos" inquietantes... Seguimos siendo bastante osados.

Nuestro amigo Pantera Feroz, no parece tan fiero, aunque se movía bien en la oscuridad. Aquí está enganchando su mosquetón a la línea de seguridad preparada.

Hubo que atravesar el peligroso río por diversas zonas. Curiosamente nadie se metió en el agua, ni se tropezó, ni ná de ná. En condiciones normales nos hubiesen tenido que rescatar los bomberos de Pau, pero parece que cada vez lo hacemos mejor...

Una de las fotos para la posteridad del equipo de exploradores. La verdad es que parece obtenida en los carnavales de Leitza, pero no, es de la Sima de San Martín...

Aguila Vigilante ajustando la lámpara frontal de Castor Laborioso. Qué fríooooo

Vuelta a caminar entre rocas y barro, dirigiéndonos hacia la zona en la que los espeleólogos colocaron una placa homenaje a Marcel Loubens, uno de los descubridores de esta cavidad subterránea y que murió en su exploración.

El Delfín estaba helado. En nuestra expedición no llevamos ningún alimento, solo agua, y claro, se echaba en falta un aporte suplementario de energía...

"En esta gruta MARCEL LOUBENS vivió sus últimos días. Murió al servicio de la ciencia el 14 de agosto de 1.952"
En 1951 la profunda vertical de esta gruta fue descendida por primera vez por George Lépineux y Marcel Loubens usando un torno diseñado para la ocasión. Así, el 14 de agosto de 1952 decidieron volver a realizar otra expedición que acabó en tragedia. Loubens se accidentó cuando, mientras descendía, se rompió una de las piezas del cable del torno que utilizaba para ese fin. El herido se encontraba a 400 metros de profundidad. Murió dos días después y fue enterrado en la profundidad de la sima.
No fue hasta mayo de 1954, cuando se pudo enterrar el cuerpo en su localidad natal.
Castor Laborioso y Lobo Rondador, antiguos miembros de la S.E.S., rindiendo homenaje al famoso explorador y científico francés.

Comenzando el regreso con mucho cuidado, ya más tranquilos al haber cumplido nuestro objetivo de acceder y recorrer La Verna.

Aguila, Castor y Koala, de animada charla cerca de la entrada a la galería de regreso.

Koala y Lobo confraternizando. El Canis lupus pidió explicaciones a la cocinera oficial sobre el porqué no se había llevado a la expedición el kit de almuerzo, elemento esencial de cualquier actividad scout. Al parecer Aguila se negó en redondo a transportar mochilas grandes... otra vez será.

Jean Françoise Godard es todo un experto en saltar entre rocas resbaladizas. Tuvimos mucha suerte con este técnico, un tipo amable y con buenos conocimientos.

Otra de las paradas que se hicieron durante nuestro recorrido de regreso a la luz.

A falta del Rioja de Solagüen, nos tuvimos que conformar con agua de Lourdes, que obra milagros...

Los expedicionarios incluido Jean François, cerquita ya de la salida y con ganas de ver el sol.

Al lado de la salida, comentando incidencias y pasando lista esperando a que llegasen todos.

Por fin fuera sanos y salvos! La experiencia ha sido inolvidable y la alegría y comentarios de la gente así lo denota. Nos ha costado pero lo hemos conseguido!

Las maniobras de cierre de la puerta de acceso. El fuerte viento no dejaba colocar el candado y Pantera Feroz tuvo que ayudar a Jean François en la operación.

El coche de nuestro guía llegó por una pista forestal hasta una zona cercana y pudimos dejar el equipo y bajar andando sin carga celebrando la conquista.

Una vista de Santa Engracia desde las alturas. Allí nos esperaba un buen y merecido aperitivo....

...Que tuvo lugar en el albergue de Elichalt, al templado sol del otoño xiberutarra. Nos acompaña el conductor de nuestro minibus.

Al lado de Santa Engracia, en un lugar que ya utilizamos cuando recorrimos las gargantas de Kakouetta, montamos un mini-campamento que resultó una vez más espectacular.

Vista general de la "acampada" con el minibus de Luro al fondo, antes de comenzar el almuerzo.

Nuestro chofer y Jean François se unieron a la fiesta. Descubrieron que el jamón de jabugo no tiene nada que ver con el de Bayonne...

No me digáis que la cocina no está bien montada y tiene muy buena pinta...

El almuerzo transcurrió contando historias y sucedidos espeleológicos. El tiempo era excelente y el calor nos hizo olvidar el frío pasado en la cueva.

Pantera nos obsequió con una selección de chistes muy aplaudidos por el personal.

Hurón y Pantera celebrando el buen final de la expedición. Querían ir andando hasta Lourdes....

De regreso paramos en el Hotel des Touristes, lugar en el que se reunían los espeleólogos en los años 50 y 60 durante la exploración de la sima de San Martín y desde donde partió la ayuda cuando se accidentó Marcel Loubens. La amable dueña del hotel nos enseñó numerosos e interesantes recortes de prensa de la época.

Otra paradita para relajarnos en Chez Coustet, lugar lleno de gatos por cierto y ya anocheciendo pensando en volver a nuestra guarida.

Hurón Valiente enseñando los destrozos ocurridos en su calzado de montaña durante la expedición. La suela por un lado y la bota por otro.... estos bomberos se lo toman todo muy en serio...

Una biere en Lourdes, chez Cintra, para refrescar las fauces y cansaditos a la cama, no sin antes dar buena cuenta de una exquisita cena.
Em el campamento se cantó, bailó, etc., pero de eso no existen fotos, o han desaparecido en favor del bien común...

(Continuará)

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